15 comentarios en “A vueltas con el prólogo”

  1. Cuánta razón tienes en lo que expones. Un buen prólogo debería poner al lector en contexto y contener información biográfica sobre el escritor, sobretodo información que resalte la producción de la obra pero en ningún momento información anticipada de esta. Se ha hablado de esto en el Café, citando como ejemplo Knockemstiff, y de lo que puede llegar a confundir el prólogo de la edición española. El prólogo al final siempre, hay que rendirse a los placeres de la lectura de la obra, en la medida de lo posible, totalmente virgen. Un saludo.

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  2. Pues yo estoy totalmente de acuerdo contigo. Después de varias experiencias «traumáticas» con varios prólogos que contaban medio libro, he optado por leerlos al final. De hecho, les he cogido tanta manía que muchas veces guardo el libro en la estantería sin haberlos leído.

    Deberían cambiar mucho las cosas en el panorama español de los prólogos, si no lo único que conseguirán es que los lectores españoles escapen (aún más) de ellos.

    Me ha gustado mucho el tema de este post 🙂

    Un besín,
    Laura

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  3. También coincido contigo. Lo que comentas fue lo que me sucedió recientemente con el libro de relatos de Donald Ray Pollock. He leído el prólogo de Kiko Amat al principio, y su detallado análisis de la novela ha quitado fuerza e impacto a cada uno de los relatos que me he encontrado en las siguientes páginas: creo que porque su tono denotaba una mayor seriedad que el estilo casi satirico utilizado por el própio autor. ¡Muy interesante tu reflexión!

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  4. Nunca un prólogo antes de leer el libro. Todos los prólogos yo los convierto en posfacio, jeje. Así, los saboreo mejor, los entiendo mejor, y comparto mejor lo dicho.

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  5. No recuerdo haber leído ningúno. Son con las fajas, y las frases de impacto firmadas por algún escritor célebre parte de la mercadotecnia literaria. Prefiero leer vuestras reseñas en los blog que los prólogos.

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  6. Yo también los suelo dejar para el final. O es un libro clásico (me pasó hace poco con Hamlet, libro en el que sin el prólogo no entiendes los asteriscos ni lo que significan, en mi edición) o sino, a veces ni los termino de leer. Entiendo más la función del prólogo aplicada al epílogo, como conclusión o cierre.
    Estoy contigo: que se universalice el uso del prólogo como algo útil para proporcionar datos que sean útiles paa la lectura, no un resumen de lo que vamos a leer. Para eso está la contraportada.

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  7. Yo me enfadé muchísimo cuando al leer el prólogo de «Luciérnagas» de Ana María Matute, quién lo escribió cuenta lo que le va a pasar a la protagonista al final de la novela. Me enfadé tanto que dejé el libro «a prau» un tiempo (desde luego al poco tiempo lo leí, ya que me encanta la autora jejeje) En el prólogo, además de quitarte toda la sorpresa te cuenta cosas muy interesantes sobre como la novela no pudo publicarse en un principio (censuras y demás consecuencias franquistas) y también apuntes sobre la vida de la autora y sus comienzos como escritora, todo muy interesante…. pero no había necesidad alguna de destripar datos importantes. O es que como el libro ya tiene su tiempo todos deberíamos conocer la historia y su final?? Yo solo tengo 22 años es imposible que conozca toda la literatura de mi país (y más contando con lo «bien» que la tratamos), si contamos con que los lectores ya conocen la historia que están a punto de empezar a leer, para qué se reeditan los clásicos de siempre????
    Ahí os dejó mi reflexión, la verdad que todavía sigo enfadada con la tipa que escribió dicho prólogo jaja
    Enhorabuena por el blog! no suelo escribir pero no me pierdo ni un post!

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  8. Tienes mucha razón con los prólogos. Al igual que tú, hace tiempo tomé la decisión de no leer ningún prólogo (como tampoco la sinopsis) antes que la obra en sí. ¡Cuánto daño han hecho!

    PD: Me ha hecho gracia tu alusión a ¡Indignaos! Leyendo tu post era justo el libro que tenía en mente todo el rato. ¡Y encima de ser su prólogo un mero resumen fue igual o más extenso que el propio libro! Me indigné, sí, con el panfleto que era y lo simplón de su argumentación…

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  9. Cuando empiezo un libro, voy de a poco adentrándome en él. 1ª la portada y la contratapa, luego las solapas, después la edición, traductor (que olvido en seguida), las dedicatorias, el prólogo y a veces hasta lo huelo. Es como si fuera preparando el clímax. Y entro en la obra.
    Si la obra no la conozco y el prólogo me contara el final, es que me reventaría. Sin embargo uno conoce el final de los clásicos y se leen y disfrutan sabiéndolo. O cuando se relee una novela y no por conocer cómo termina se saborea menos. Y aquí me contradigo.

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  10. Yo también soy de las que solo se lee el prólogo al final, sobre todo si el libro me ha gustado y me he quedado con ganas de más.

    Pero al principio ¡jamás! El que lo escribe, me da la impresión de que tiene que dejar bien claro cuánto conoce la obra, sin importarle que el potencial lector, en principio, no la ha leído y debe descubrirla solo.

    Está claro, la mayoría deberían cambiarle el nombre, dejarlo en «epi» y todos tan contentos.

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  11. Yo, sintiendo discrepar, voy a poner la nota discordante: No leo ningún libro sin leer primero su prólogo. Soy pro-prólogos. Adquirí en mi adolescencia la costumbre de leer los prólogos al completo antes de leer las historias que prologaban, costumbre que no he abandonado ni creo que lo haga nunca. A mí sí me gusta saber qué me voy a encontrar y agradezco que me ayuden a interpretar la obra.
    Me resultan interesantes, a veces curiosos y siempre me ayudan con la historia que me dispongo a leer, algunos a entender pasajes más complicados de la obra, otros encuandrando históricamente el momento en que se escribió, otros con la vida del autor, su personalidad y sus posibles motivaciones, algunos nos cuentan la acogida del público y la crítica y sus repercusiones sociales… No me he encontrado con ninguno que me haya destripado el libro, quizá algún día lo encuentre pues prologuistas habrá de todo tipo, como en la viña del señor, pero hasta ahora siempre me han gustado y, en ocasiones, más que la propia obra, como el caso de Una humilde propuesta, de Jonathan Swift, por ejemplo, que siendo un gran libro, tiene un prólogo de Federico Villalobos, el traductor del libro, que está, cuando menos, a la altura del libro.
    No me he parado a diferenciar entre prologuistas españoles y extranjeros, supongo que porque no he encontrado ninguna diferencia sustancial digna de mención.
    Un saludo a todos,

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  12. Yo los dejo para el final. Ya paso de leerlos al principio porque me da más rabia si te destripan el libro!!!
    El libro te tiene que producir sensanciones como lector, y después contrastarlas con lo que dice el prologuista, pero no infundirte ya una opinión o explicarte cosas que te vas a encontrar…
    Saldudos.

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  13. Antes siempre leía el prólogo antes, hasta que después de varios destripamientos de argumento decidí que era mejor dejarlo para cuando lo hubiese terminado. Estoy de acuerdo contigo en que la mayoría de las veces es un mero resumen del libro, lo que no tiene ningún sentido, aunque en otras, por suerte, te contextualizan la obra, al autor, sus motivaciones, dan interpretaciones de lo que has leído, y esas con las mejores, siempre se aprende algo, aunque como digo, son pocas. Bsos

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  14. Coincido contigo, el prólogo debe ir al final. No acostumbro a leer de qué va un libro, quiero que me sorprenda, así que sólo leo críticas de libros cuando ya los he leído, a no ser que se trate de sensaciones que despiertan en algún lector bloguero 😉 Saludos

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  15. Yo tambien he decidido dejar los prologos para el final, detesto los spoiler, con la excepcion de Cancion de Hielo y Fuego de GRRM en donde los prologos si son parte de la historia misma que se cuenta.

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